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L'arrel TAR

Esta raíz, como en tantas otras raices, admite en la pràctica pequeñas variaciones fonéticas. De hecho lo que hoy admitimos como fonema, antiguamente eran variaciones fonológicas, no fonéticas, que no daban un sentido diferente a la palabra. Otra de las cosas que actualmente no se admite es el significado de un solo fonema, ya que el significado siempre se asocia a la palabra, o como mucho a las raices y a los morfemas, nunca a los fonemas. Todo ello parte de la teoria de la convencionalidad de los signos lingüísticos de las palabras, propuesta por Sausure y aceptado por casi todo el mundo científico. Según esta teoria el significado y el significante son dos planos que se unen en la palabra pero que no tienen ningún relación entre ellos, son dos planos unidos convencionalmente por el hombre, por la comunidad lingüística.

Como yo no comparto esta teoria, por muy aceptada que este en toda la comunidad científica, creo que si el signo lingüístico tiene una relación psicológica que une el plano semàntico al plano fonológico, y por lo tanto, el sonido tiene en si un valor semàntico. En el caso de la raíz "tar", que hoy me ocupa, hay tres fonemas "t", "a" y "r" , que cada uno lleva en si su propio significado. Cada fonema, como antes comentava, puede presentar diversas variantes fonéticas, sin tener cada uno en origen un significado diferente. Para la "t" tendriamos "t" y "d", ya que la distinción sorda-sonora creo fue posterior al momento de creación de los primeros fonemas, para "a" no hay variación, que yo conozca al menos, y para la "r" podemos encontrar la vibrante "rr" y la no vibrante "r", que da lugar a que hoy encontremos palabras donde la presencia de "r" o "rr" no es relevante, como en "coro" o "corro", "vara" o "barra", y que lo sea en otras palabras como "caro" o "carro".

Esta raiz "tar" la encontramos muy claramente en palabras como "tarde", "tarta", "tartamudo", "tarro", "tara" o "dársena", entre muchas otras. Cada una de ellas parece tener diferentes origenes, a veces en lenguas diferentes al latin, pero lo más curioso es que algunas de ellas se le reconoce un origen onomatopéyico, como para "tart-" de tartamudo. La Real Academia Española no suele buscar la etimologia, casi nunca, en la lengua vasca, cuando sabemos que tanto en época antigua y medieval, cuando se formó el castellano, y aún antes, cuando se formaba el latín, estas lenguas debieron estar en contacto con el vasco antiguio o proto-vasco. De hecho palabras tan corrientes en nuestro idioma como "izquierda", proviene de la palabra "ezkerra", con la que dan nombre a la mano izquierda, ya que esta se forma con la palabra "esku", mano, y "ker", torcido, pues de todos es sabido que la mano izquierda es la mano torpe, que hace las cosas sin destreza, y que el castellano y otras lenguas latinas cogieron esta palabra en lugar del "siniestra" latino. Esto ya nos deberia hacer dudar del único origen latino de muchos idiomas, y ver si algunas palabras vascas estan emparentadas con muchos de nuestros vocablos. Una muestra de la antigüedad del idioma vasco es la presencia de la palabra "haitz", piedra, para nombrar muchos instrumentos, hoy de metal, pero antiguamente con toda seguridad de piedra, como "aizto", cuchillo, o "aizkola", hacha, palabra que también, junto con "azada", provienen de esta raiz "haitz", con su variante en "atx".

Precisament usando el léxico vasco es como podemos encontrar explicación para muchas de nuestras palabras. En el caso de la raíz "tar" tenemos varias palabras que nos pueden ilustrar y dar pistas al respecto. Se trata de la palabra, normalmente sufijada, "arte", que equivale a nuestra preposición "hasta", aunque también y como veremos posteriormente, a nuestra preposición "entre". Esta palabra habitualmente sufijada forma alocuciones como "gero-arte", ’hasta después’, o "bihar-arte", ’hasta mañana, etc. También la encontramos en el dia de la semana "martes", que en vasco es "aste-arte", de "aste", semana, y "arte", entre, ya que antiguamente la semana vasca estaba compuesta por tan solo tres dias: "aste-lehen", el dia primero de la semana, "aste-arte", entre semana, y "aste-azken", el último de la semana. Por lo tanto "arte" tiene este significado espacio-temporal de ser lo que media entre dos puntos, o desde el ahora y aquí hasta un punto definido por la palabra que acompaña "arte" (despues, mañana, etc.).

De hecho "arte" puede adquirir una "t-" inicial y formar la palabra "tarte", con el significado de ’distancia’, espacio o tiempo que esta comprendido entre dos puntos de referencia, el punto de origen, o primera "t", y el punto final, o segunda "t". "Tarte" no solo significa ’distancia’, sino lo que esta en medio, entremedio, intermedio. Así, pues, el vasco "arte" y "tarte" nos dan la solución que buscabamos para la raiz "tar". Y no solo estas dos, sino también la terminación típica de las personas originarias de un pueblos, región o país, que forman su gentilicio con la terminación de "-tar" o "-dar", como en "baztan-darr-a", el originario del Baztan. A veces este "tar" queda limitado a "-ar", como en "donosti-arr-a", el de Donosti, ya que el nucleo más semántico de "tar" es "ar", que representa la ’extensión’, "r", hacia lo externo, "a", siendo la "t-" un refuerzo o referencia de la zona o pueblo del que se parte, desde el cual se extiende la persona. Queda pues también claro el sentido del fonema "t" como puntos referenciales, de inicio, la primera "t", y de final", la segunda.

Pero esta comparación con el vasco no es la única forma de aquilatar y detectar el verdadero valor de la raíz "tar"; tengo también otros métodos que nos pueden llevar al mismo resultado. Por ejemplo la comparación con las palabras latinas como son, por ejemplo, "articulus", en el sentido de aquello que une, es decir, aquella que se encuentra en medio, entremedio, de dos miembros. Este es el mismo sentido que veiamos para algunos casos del "arte" vasco. Igualmente, el oficio o actividad transformadora del hombre, es denominado en el latín como "arte", ya que este media entre el hombre y la materia sobre la cual actua. El "arte" es un saber que hace que el hombre sea capaz de modificar la materia y darle la forma y la función que desea. Estas dos palabras, que no son las únicas, nos informan que el latín ya conocia esta raiz "tar", aunque fuera en un estado originario como es la previa "arte", de la cual se puede formar la palabra "tarde", en el sentido de tiempo que media entre el inicio de una cosa y su final, la distancia temporal, y por lo tanto cuando este tiempo es largo, su duración "tarda".

Otra fórmula que nos puede servir de método es la comparación de "tar" con otras raices homogéneas, en las cuales unicamente se varia la vocal: "ter", "tor", "tir". En todas ellas se mantienen los fonemas consonánticos y su posición, variando unicamente el significado vocálico. Para "ter" tengo entendido que da nombre a los límites que limitan, valga la redundancia, un espacio, de aquí palabras como "término", "terminar", "inter", y otras que indican unas relaciones que limitan la familia, como "ma-dre", de "ma-ter", "fra-ter", etc. "Tor" seria aquel espacio recorrido no externamente, ya que la vocal en este caso es la "o", sino el espacio que limita al individuo, al ser único, y de aquí la presencia de "o". Como este recorrido suele ser siempre envolvente para cerrar la unidad del individuo, tenemos que las palabras que significan envolver, torcer, tornar, llevan generalmente esta raíz. Por último "tir", refleja el sentido de la extensión de aquello que no recorre algo hacia fuera, sino hacia su parte interna, su interior, como en "tirar", "triturar", "tri-", etc. En esta última raíz la tendencia ha sido a eliminar por su debilidad la "i" intermedia quedando reducida esta raiz " tr-" como en "trizas", "trillo", "triste", etc. Queda, pues, clara la relación de "t" más las raices "ar", "er", "ir" y "or", con sus respectivos significados, lo que da palabras con raices paralelas.

Una relación de palabras con la raiz "tar" o "dar", según la Academia del español, nos hará ver como se hace derivar palabras similares, con origen seguramente común, de idiomas lejanos y de palabras, que, aunque se les da un origen cierto, en realidad no lo son tanto.

Como origen incierto se dan: "tarro", "tarrina", o el catalán "tarró" (turrón). Todas son cosas que estan metidas en un recipiente que les da unos límites, y por lo tanto son cosas que quedan "entre".

Como onomatopeyas: "tartamudo", "tartaja", donde queda clara el hablar a trozos, entre medias.

Del latín: "tarde", "tardar", etc. Muy pocos para una lengua que es de origen latino.

Del árabe: "tarima", y este del persa "taram", pabellón de madera. "Tarr", instrumento parecido al pandero, y en donde queda clara su significación de ’piel o cuero situada entre un bastidor de madera’. "Dársena", de "dar assina’ah", casa de la indústria, una apreciación del todo equivocada, ya que la dársena no es ni ha sido nunca una casa, sino un muelle. "Tara", de "tarh", acción de sacar, apartar, también dudoso.

Del griego: "guitarra" de "kitara" del cual también ha derivado "cítara", según parece a través del latín. La caja de la guitarra y de la cítara recuerdan mucho al de un pandero al que se le han situado unas cuerdas. "Cántaro", de "kantaros", y en donde "tar", creo, se refiere a la obertura o boca que se situa en la parte acabada en punta, en la parte más alta del recipiente. "Tarsos", de "tarsos", huesos que estan entre la tibia y el peroné de la pierna y el metatarso o huesos que dan lugar a las falanges de los dedos, por lo tanto, que estan situados entre ambas partes (pierna y pie).

Del fráncico o francés antiguo: "tarta", donde también queda clara su relación con el recipiente que situa sus limites y su encaje "entre". "Targeta", de "targette", escudo pequeño, aunque mejor decir que era una pequeña parte que se superponia sobre las piedras de una casa y luego como cartulina de pequeña dimensión, situada sobre un papel. "Dardo", de un supuesto "darod" y este del inglés antiguo "darodh".

Sin embargo en el vasco encontramos palabras tan originales como estas:

"Taratulu", taladrar, "tarrapata", redoble, "tarrapataka", atropelladamente, "tarrapatari", inquieto, "tarratada", destripado, "tartalo", gigante, "tarte", distancia, "tarteka", a trozos, "tarteko", entremedio, "tartide", paralelo, "dardar", temblor, "darion", el que fluye, el que mana.

 

Una segona fase d’analisi és veure aquesta arrel "tar" en les paraules que no són de lèxic comú, sinó que pertanyent a noms propis, ja siguin de llocs, o topónims, o de persones, o antropònims. Són especialmente el topònims els noms que han perdurat en el nostre territori, denominant rius, muntanyes, pobles, etc,, els que ens donen pistes sobre arrels i idiomes que es van parlar amb anterioritat al llatí, i que ara ja no recordem el seu significat, un cop desapareguda la llengua que va donar lloc al topònim. No cal aquí fer més explicacions sobre la importancia dels noms propis, que ens donen noms com a persones, famílies o grups i nacions, pero si recordar que els noms propis no deixen de ser noms comuns que anomenen coses o elements singulars, curiosos, normalmente descrits amb dos noms comuns de l’estil de "vila-nova", etc. Molts són els noms de lloc dels quals ignorem el seu significat, ja que no es poden interpretar en el nostre idioma actual català. Què dir de noms com Vilanova de la Barca, on tots els termes són intel·legibles perfectament, però què passa quan els noms són totalment opacs, indesxifables, o només ho són en part: la Seu d’Urgell, on Urgell és un nom no interpretable des del català, o el Prat de Lluçanès, on Lluçà tampoc el podem interpretar, o Oliana, subjete a possibles interpretacions en base als idiomes més inverosímils en funció de les simpaties i coneixements del lingüista que interpreta el nom. Per això és tan important interpretar les arrels que donen un signitifcat correcte a les nostres paraules i noms comuns, per després poder interpretar facilment els nostres topònims i els nostres noms propis.

Per això és tan importan interpretar les arrels que donaran un significat correcte a les nostres paraules i noms comuns, per després poder-ho utilitzat per interpretar els nostres topònims i els nostres noms propis. És el cas de l’arrel "tar", amb les seves variants en "dar", "tarr" i "darr". Són molts els pobles d’Espanya que contenen aquesta arrel: Daró, Daro, Estartit, Tarragona, Tàrrega, Tarrés, Taradell, Tarrós, Tarter, Tartareu a Catalunya, Tarazona, Taray, Tara, Tardienta, etc. i 50 més, així com noms antics com els de Tarsis o Tartessos.

Seguint amb la interpretació acceptada com a correcta en els apartats anteriors per a "tar", hem d’atribuir a aquesta arrel el significat d’allò que es troba entre mig, al mig, entre un punt i un altre, o quelcom així com pot ser, per exemple, un planell aillat, una elevació o muntanyeta, habitualmente aplanada, situada al bell mig d’unes planes o entre unes valles, punts que van estan ja de bon inici de la civilització com a punts estratégics on situar un poble, un lloc fortificat, ja que des d’allí era més fàcil controlar l’entorn, i protegir-se i defensar-se d’atacs.

Bé, la realitat d’aquesta descripció és confirma amb la situació geogràfica de ciutats tan emblemàtiques com la milenaria ciutat de Tarraco, amb el seu pes importantíssim en l’época de l’imperi romà. Com quasi sempre aquesta arrel no la trobem en estat pur, com podria ser el nom "Tar" únicament. Quasi sempre, i com en quasi tots els noms propis, es presenta aglutinada a d’altres arrels, com en el cas de Tarr-aco, a l’arrel, o morfema, "-aco", per la qual cosa ens és del tot imprescindible conèixer també aquesta segona arrel. "Ona" és una tercera arrel que sembla va ser afegida posteriorment, i seria comparable a les altres "ona" que trobem com a terminació en moltes ciutats. L’arrel "aco" o "acus" si ho fem amb terminació del cas nominatiu llatí, representaria que era l’arrel nuclear, a la qual complementaria "tar", ja que la situació per llegir l’aglutinació de dues arrels és sempre la primera com a complement, i la segona com nucli, és a dir, la primera arrel li podríem afegir un "de " i la segona representaria el nom important, nuclear o principal.

Abans de continuar cal dir que les arrel que més comunment trobo en aquesta feina d’anàlisi lingüistic és l’arrel senzilla, més primitiva, composta per vocal més consonant, com les del tipus: an, en, is, as, ab, ok, etc. També, i per aquesta lògica que ara senyalo, l’arrel "tar" no debia de portar cap vocal final, i, per tant, la vocal posterior seria la vocal de la següent arrel. També és molt probable que l’arrel "tar" fos inicialment "atar", "etar",... ja que el temps ha esborrat aquesta vocal inicial. Però centrant-nos en la segona arrel, la principal, seria quelcom així com "ak", una arrel coneguda perquè es troba presente en gran quantitat de paraules. "Acus" , en la seva terminació en "ac", dona nom a gran quantitat de pobles, especialment situats en la Galia, i per tant, amb una procedència pressumiblement céltica. Pobles aranesos i francesos encara avui ens ho confirma: Gaus-ac, Vil-ac, Cogn-ac, Marsill-ac, etc. No solament sembla ser un sufixe celta sinó també basc, ja que en aquest idioma trobem molts noms toponims comuns on "aga" fa la seva terminació. Per exemple, "Harri-aga", sembla poder-se traduir com ’lloc de pedres’, i se li dona un sentit bastant genèric a aquest "aga" basc, segurament emparentat amb el "ac" celta o gal.

El yin i el yang i l'idioma mandarí

La llengua xinesa té unes característiques que la fan diferent d’altres llengües, i molt original. En primer lloc cal dir que parlo del xinès sense una gran preparació, ja que el meu coneixement del xinès mandari és molt límitat. L’estudi que faig ho és des del vessant comparatiu, i és des d’aquest punt de vista que he fet l’estudi següent. La intenció era i és estudiar el xinès mandarí en les seves possibles similituds i punts en comú amb les llengües europees.

El mandarí és uan llengua d’estructura simple, amb monosíl·labs, que no té morfemes ni flexions de les paraules, ni conjugacions. Són paraules invariables. Els monosíl·labs, de vegades, donen nom a paraules, i de vegades cal la intervenció de dos o més monosíl·labs per formar el que entenem com una paraula. Els monosílabs també tenen una caracaterística típica del mandari: sempre acaben en vocal o en "n", aquest fonema amb dues variants: "n" simple, i "ng", nasal amb final gutural, com, per exemple en el català, "pre-nc". Aquesta estructura tan sencilla i invariable de les seves paraules, composta per monosílabs sempre, fa que pugui semblar, en principi, de fàcil estudi. I és aquí on vull incidir en una petita, però cabdal, qüestió: MOLTES PARAULES QUE ACABEN EN "-IN" O "ING", COINCIDEIXEN EN EL SEU SIGNIFICAT AMB L’ARREL "IN" ESTUDIADA EN ELS IDIOMES EUROPEUS (BASC, CATALÀ, CASTELLÀ, ANGLÈS, ETC.).

Curiosament moltes paraules, especialment les iniciades amb "y", "j", o "q" (só xeix), més la terminació "in" podem veure quins són els seus significat, tots ells relacionats amb el que és: a dins, a l’interior, en llocs buits, matèria interior, per tant, petita, amagada, interna. Només cal veure, paraula per paraula, aquestes mostres i el seu significat:

- jin ru : entrar

- yin jin : introduir

- qin nai: intimitat

- yin ju de: retraigut

- ci xing: femella

- jing li: energia (amb una "in" coincident amb la "in-" de "in-ergos", treball intern, del grec)

- ying zi : ombra

- yin an de : ombrivol

- yin shua : impressió

- yin liao : beguda

- yin zhi : prohibir

- jin zhi : veda

- ying er : nen

- jing : pou

- jing de : net (pes)

- yin jie : síl·laba

- ying : mosca

Altres paraules tenen la presència de la "i" on de forma molt clara es reflecteix el seu valor semàntic de tot allò inferior, intern, petit, interior, etc.:

- zai : en

- zai li mian : dins

- nei bu de : interior

- hai di de : submarí

- di di : subsòl

- li jie : penetrar

- jin jin : sol (de soletat)

- li ming : matinada

- jing pain : lluna

 

Algú podrà objectar que el xinès mandarí no només tenen valor els seus fonemes, sinó l’entonació que cada vocal pot pendre, en total quatre tipus diferents d’entonació o accent. De fet cada entonació, de les quatre possibles, cosa que en aquest estudi i per simplifiar he obviat totalment, fa variar sustancialment el significat de cada monosíl·lab, de la mateixa manera que també en el nostre idioma català una paraula canvia sustancialment segons on porti l’accent. Aquest és un recurs de quasi tots els idiomes per desfer la gran quantitat de paraules homónimes amb que es trova. Encara que moltes vegades es diu que són paraules totalment diferents, amb origens diferents, i que la casualitat ha fet que s’assemblin, o fins i tot, siguin i sonin iguals, jo penso que aquestes paraules homónimes són bàsicament iguals. La paraula original és manté en les dos paraules homònimes, però han anat adquirint significats diferents, que aparentment responen a origens diferents, ja que anomenen coses diferents. D’aquí que es tracti de reforçar les diferències amb diferents accentuacions, com en el català trobem en les vocals "e" i "o" amb les seves dues possibilitats de pronunciació: obertes i tancades. Així la paraula "sol", l’astre, s’accentua diferènt del "sòl", amb "o" oberta. Algú em dirà que són dos paraules ben diferents (sol i sòl) i sense cap mena de origen o punt en comú. Jo, personalment no només no ho crec sinó que estic convençut de que no és així, i que fins i tot d’altres de semblants com "sol", adjectiu de "soletat", també comparteixen origen comú. Ara no és el moment de demostrar això, ja que ens aniriem molt lluny del que ara estem tractan i , per tant, ens interesa.

 

Tornem al títol d’aquest article, el yin i el yang. Tothom que hagi tingut ocasió de conèixer alguna cosa de filosofies orientals, zen, taoisme, etc., haurà pogut entendre que aquesta bipolaritat coincideix amb el que ara estem parlant: la universalitat de l’arrel "in", i també "an". En l’idioma i l’escriptura mandarines el "yin" com ja hem tingut ocasió de llegir, expressa una sèrie de coses: el costat ombrivol de la muntanya, l’obaga, també la dona, la foscor, la lluna, lo negre, lo negatiu, etc. És tot un arquetip que jo associo a aquesta arrel "in". En contraposició tenim el seu oposat antagònic i complementari: el yang, que expressa el costat solejat, l’home, lo blanc, lo positiu, la llum, etc. Curiosament també l’arrel "an" dels nostres idiomes europeus coincideixen en lo més bàsic i elemental amb les paraules que contenen aquesta areel:

 

- shan : muntanya

- nan ren : home

- shang : pujar

- yan : sol

- yang : oxígen

- yang : mar

- huo yan : llum

- lan pan : negociar

- yan dou : pipa

- jiang : riu

- xuan yan : manifest

 

Ja per finalitzar és ben evident que l’univers es manté sotmés a la llei de la bipolaritat: lo interior i lo exterior, lo bo i lo dolent, la llum i la foscor, el mascle i la femella, lo petit i lo gran, lo alt i lo baix, etc. Aquest dicotomia bipolar en la llengua, ja segurament la més primitiva, debia d’estar identificada a dos vocals contraposades : la "a", que reflectiria tot allò extern, gran, superior, luminós, solar, crescut, manifest, i la "i", que donaria nom a tot lo petit, lo intern, lo inferior, lo fosc, la lluna, lo no manifest, lo amagat, etc. Aquest dualitat tan simple, si a més, s’uneix amb la "n", com fonema que donaria nom a tot allò que té existència, que té matèria, tindríem dos de les arrels més bàsiques i universals: la "in" del yin i la "an" del yang.