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DE LABOR A LAVAR PASANDO POR LABRAR

 

  1. Planteamiento de una hipótesis lingüística.-

 

La hipótesis que planteo se basa en una serie de trabajos anteriores, en los cuales deduzco que el parecido o la coincidencia entre palabras, aunque procedan de diferentes lenguas, es debido a una raíz que presumo común, y todo ello es síntoma de una causalidad y no de una coincidencia casual, y, por lo tanto, tienen un origen común, lo que les da un mismo significado básico, además de su ya patente parecido fonético, apreciables desde el primer momento.

Para llegar a esta conclusión prescindo del prejuicio que puede representar el hecho que una palabra sea castellana, tenga su origen en el latín, vulgar o clásico, o proceda de no se sabe que lengua, o que sea vasca, con sus también prejuicios, especialmente por parte de los filólogos vascos. Por lo tanto prescindo, pero no ignoro, lo aportado por los diferentes etimólogos de cada lengua, y sus aportaciones a cada palabra según los filólogos de cada lengua, haciendo especial énfasis i incidencia en las palabras de origen desconocido o las onomatopeyas. A veces son palabras de etimología preromana, muy probablemente relacionadas con una lengua tan desconocida como el ibérico, o del celta, así como el protovasco, que seria el vasco de aquella época, también desconocido en buena medida. Todas estas lenguas se pierden en la obscuridad de los tiempos prehistóricos, al menos en esta península ibérica, y que han dejado su huella en nuestro léxico, en nuestra toponimia, que son resultado de toda un tradición oral ininterrumpida desde aquellos tiempos hasta hoy. Es muy probable que en este indagar el origen y la etimología llegue a un estadio del tiempo en el cual convivieron lo que podemos considerar el prelatín con el protovasco, y en que lengua hoy consideradas no indoeuropeas fueran realmente hermanas de otras consideradas indoeuropeas. Por ello creo que este trabajo trata de establecer un puente entre ambos grupos de lenguas hasta hoy consideradas extrañas y enfrentadas unas con otras.

Estos puntos comunes entre lenguas bastantes diferentes, y entre palabras, pasan muchas veces desapercibidos por los estudiosos del indoeuropeo, y se basan además en una serie de fenómenos lingüísticos parecidos, (fonéticos, algunso de ellos atestiguados en la lengua ibérica, como, por ejemplo, la no distinción entre bilabiales sordas (p, f) y bilabiales sonoras (b, v)). Dentro de estos fenómenos fonéticos, todavía no estudiados en profundidad, además de la unidad de los fonemas bilabiales en torno a un solo fonema, tenemos otros que también son de vital importancia para unir aquellas variantes fonéticas a un solo fonema básico que es el que cuenta con valor semántico, y que forma parte de la raíz. Me refiero también a la evolución fonética de la “l” o de la “b”, que se sonorizan hacia “u”, seguramente basados en tendencias fonéticas celtas o galas, y que hoy encontramos especialmente en la lengua francesa (al > au, ab > au,...). También podemos establecer una igualdad semántica para fonemas que duplican, como la “l”, la “r” o la “n” que evolucionan hacia “ll”, “y”, “rr” o “ñ”. Estos y algunos más son fenómenos fonéticos que tengo muy en cuenta a la hora de comparar y identificar palabras y raíces que son comunes.

Para simplificar un poco podría decir que todo aquella que se parece, ya se en la misma lengua o entre distintas lenguas, obedece a una raíz, morfema o estructura lingüística común, incluso cuando tratamos de palabras de léxicos tan diferentes y pretendidamente alejados como el latín del vasco.

Esto nos ha de llevar, indudablemente, a una cierta unidad lingüística primigenia, que ya debía de existir con anterioridad a la formación del latín o del griego, y que más nos acercara a todas las lenguas cuanto más nos podamos alejar en el tiempo, hasta llegar al tronco común o lengua madre o primera lengua de la cual derivaron, sino todas las lenguas, si las que podemos hoy reconocer en Europa, en la Europa más occidental.

El motivo que me lleva a afirmar eso es que aun hoy podemos distinguir un significado tan básico en los fonemas, que como primeras palabras que fueron en su origen, mantienen su significado y ha estado permaneciendo constantemente y muchas veces ocultos dentro de otros significados compuestos de las palabras en donde se insertan y en donde se complementan con otros fonemas a los que se unen para formar las palabras que hoy conocemos. Estos fonemas que se unen para formar las raíces y los morfemas tienen un significado permanente que va desde las palabras más ancestrales, a veces tan simples como un solo fonema o una raíz, hasta las palabras compuestas más largas de los léxicos de las lenguas actuales. Pensemos simplemente y por un momento en nuestra preposición “a” que siendo un fonema tienen su carga semántica clara y precisa, además de constante en la formación de otras palabras a partir de este fonema.

Para no cansar con todas las elucubraciones y disquisiciones necesarias para llegar a estas conclusiones, cosa que se puede hacer consultados otros de mis trabajos, únicamente voy a citar rápidamente los fonemas básicos y sus significaciones también básicas, fonemas que coinciden en buena parte con lo que hoy son nuestros fonemas aceptados para nuestra lengua castellana, para la catalana o, también, para la vasca.

Siguiendo siempre este esquema personal, las vocales se reducen a solo cuatro y las consonantes a ocho. La “o” y la “u” se funden en un solo fonema:

Vocal “a” con su significado referido a todo lo que es grande, externo, superior, etc.

Vocal “e” referida al límite, a lo que esta en la frontera, en la pared de separación, al contorno.

Vocal “i”, antagónica de la “i”, referida a lo pequeño, a lo interno, a lo inferior.

Vocal “o/u” referida a lo individual, a lo que esta aislado, a lo propio, a lo único.

En cuanto a las consonantes, podemos dividirlas en dos grupos de cuatro: las oclusivas y las continuas, y dentro de las oclusivas o las continuas podemos agruparlas en torno a su forma de pronunciarlas:

Las labiales, “v”, “b”, “p”, “f”, ..., que significan la separación, la división, el alejamiento.

Las guturales, “k”, “c”, “g”, ..., significan la extracción, el hacer, la formación o generación.

Las dentales, “t”, “d”,..., significan aquello que sobresale, que se excede, que se abre en el sentido de “salirse”.

Las “apichadas”, fonemas habitualmente poco valorados y escritos con grafías compuestas: “ch”, “tx”, “x”,”j”, ..., y que significan el aplastamiento, el depósito, la superposición, ...

Dentro del otro grupo, el de las continuas, encontramos:

Las silbantes, “z”, “s”, “ss”, ..., que significan aquello que comienza, que sale, que surge, que nace.

Las vibrantes, “r”, “rr”, ..., significan la extensión, el curso, la fluidez.

Las laterales, “l”, “ll”, “y”, ..., tienen su sentido básico en el lado, la cara, la parte, el miembro.

Y por último las nasales, “n”, “m”, “mb”, ..., que significan la materia prima, el contenido, el punto de origen.

En conjunto representan las ideas más básicas y principales del pensamiento abstracto del hombre, el abanico de ideas necesarias para describir la realidad y que formaran parte de otros conceptos derivados, ya que cada lengua para crear sus propios vocablos utilizará esta especie de átomos lingüísticos para formas las primeras palabras, que debieron ser al principio tan básicas como son aun hoy nuestros afijos, nuestras preposiciones o nuestras interjecciones, o para aquellas lenguas que utilizan los casos, los afijos de caso.

Las palabras que así se formaron pueden facilmente ser estudiadas bajo este mismo prisma de los fonemas básicos, dandonos el estudio de cada palabra en concreto una nueva demostración de la certeza de esta teoria. Tengo que decir que muchas veces las palabras, por díficil y complicado que pueda parecer, comprueban que existen estos fonemas y que concuerdan con los significados por mi apuntados, aunque sean palabras de diferentes lenguas.

Para formar las palabras, el principio sintáctico o gramatical que une a los fonemas es un principio que aun hoy actua casi con validez universal: el primer fonema actua como genérico o determinante del que le sigue, y el segundo o siguiente actua como núcleo o específico del anterior, de la misma manera como aun hoy forman las palabras compuestas los idiomas griego o inglés, en donde no actuan las preposiciones sino la fusión entre palabras: “week-end”, ’fin de semana’, y en donde la segunda palabra actua como núcleo y determinada y la primera como complementaria, genérica y determinante. Lo mismo pasa en griego: “demo-cracia”, ’el gobierno del pueblo’, donde la segunda palabra “cracia”, és la nuclear, la principal, y la primera, “demo”, actua como complemento, como secundaria y como determinante.

2. Reunión de listados de palabras y sus origenes (supuestos o no).-

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El listado o relación de las palabras castellanas y catalanas, por ser ambas lenguas de origen latino principalmente, las expondré conjuntamente, ya que muchas palabras son comunes a las dos lenguas, con pequeñas variaciones fonéticas, lógicas por otra parte, y algunas diferencias léxicas. De tanto en tanto surgen palabras eminente o únicamente castellans, como otras solo catalanas, que señalo en cada caso. Lo hago por motivo de que su etimologia latina comun hace inncesario la repetición para cada lengua. Por lo tanto será su étimo latinoel que me guiará y cuando este no este claro o discrepe de lo que los diccionarios etimológicos dan como origen, propondré otros étimos de origenes distintos, que sino son seguros al menos son posibles.


Por supuesto que casi nunca los diccionarios, sean etimológicos o no, relacionan palabras parecidas entre si, ya que se parte del axioma que una pequeña variación fonética en el étimo latino es suficiente para diferenciar y distinguir una palabra de otra, a pesar de sus parecidos fonéticos. Por ello pasamos de casos de identidad forzada a otros de diversidad, cuando se imponen, al menos, una cierta relación o parentesco entre palabras parecidas. Quizás el tópico de que a cada cosa le corresponde una palabra distinta, el que hace que no se reconozcan grados de similitud y parentesco entre palabras de un mismo léxico.


Inicio la série de palabras por palabras substantivas, como es la palabra “labrio”, “llavi” en catalán. Del latín “labium”, y con idéntico significado; palabras en la que todo el mundo puede comprobar el hecho de que el labrio es una parte de la carta, aunque también se puede referir al miembro sexual femenino, y en el cual se separan la dos parte que los conforman, cerrando y abriendo las aberturas, boca o vagina. El labrio es la separación que se realiza hacia el exterior de la superficie de la cara o de la vulva, la separación del lado que ellos mismo conforman.

 

Otras palabras son “lápida”, “lapa”, o “lápiz” (en catalán “lápida”, “lapa” o “llàpis”. Aquí seria discutible el origen latino para lápiz, ’piedra’, aunque si que todas, unas más que otras, parecen tener que ver con la piedra, o trozos de roca. Estas piedras, las lápidas, por efectos de la naturaleza o artificialmente, son desprendidas de la roca madre, y por ello toman este nombre que se da, precisamente, por ser una parte que se separa del lado de una cosa, en este caso la roca madre, de la cual se desprende. Es clara la relación de “lápida” con la roca, más o menos plana, que se separa de ella y que es utilitzada para cubrimientos o tapas en diferentes tipos de edificaciones: tumbas, enlosados, aplacados, etc.


En el caso del “lápiz” ya es más discutible su origen latino y su relación con la piedra, y en el caso de “lapa”, con sus diferentes acepciones, ya el mismo diccionario de la Real Académia Española da como su origen desconocido. No obstante queda clara su posición separada y a la vez superpuesta que tienen las “lapas”, entre las cuales incluiremos su aplicación a cosas tan variadas como la “solapa” de una chaqueta, el “taslapamiento” de los papeles, o el mismo molúsco univalvo que se empega a las piedras situadas al lado del mar.


Otra palabra más relacionada con las acciones y, por lo tanto, con los verbos, es “labor”, ’trabajo’, pero especialmente el trabajo agrículo o “laborare”, trabajar en el campo. A esto le añadiria, concretando aún más, arando el campo, ya que este trabajo el que hace es abrir y separar la tierra, abriendo surcos y ablandando la tierra para que se pueda facilmente enterrar las semillas. Utilizando una figura podemos decir que los surcos son como los labios de la tierra. Precisamente la palabra “labrar”, del mismo origen latino “laborare”, se aplica al esculpido, a la talla, de una piedra o de una madera, trabajo mediante el cual se separan parte de roca o madera hasta darle la forma apetecida. Es, pues, más que evidente que lo que se està nombrando con esta palabra es la separación de materiales, con diferentes finalidades en cada caso (tierra, piedra, madera, ...)

 

Curiosamente el catalán tiene un acepción muy diferente para esta palabra “labor”, escrita como “llavor”, ya que en lugar de “labor” se suele utilitzar la palabra “feina” o “tasca”, pero no está del todo ausente en su léxico, ya que guarda derivados como “laborable”. La acepción diferente se refier a la “llavor” como semilla, escrita con “ll” palatal y con “v” como corresponde normalmente al catalán. No obstante a nadie se le escapa su origen en la “labor” agrícola, en el trabajo del campo. La explicación que da el Diccionario Etimologico Catalan, de Joan Coromines, es que la palabra “labor” se utilizó para todos los trabajos agrícolas, pero estos eran fundamentalmente la siembra, para la cual era imprescindible el “llaurar” o “labrado” de la tierra, primer lugar donde aparece la raíz, pero con el tiempo se fue transfiriendo el sentido de trabajo al de la simiente, utilizada en este trabajo agrícola, de tal manera que, al final, la misma semilla adquirió el nombre de “llavor”. Personalmente creo que esta explicación, aunque posible es un tanto rocambolesca, ya que el significado de la semilla no está sometida a su trabajo de labrar, sino que sobrepasa este campo semántico. De hecho muchas plantas tienen sus semillas precisamente en un momento de madurez, lejano en cuanto al tiempo de sembrar, y que otras plantas pueden dar semillas independientemente de si han estado sembradas. Creo, pues, que su nombre lo adquirieron por ser las semillas unas partes que son separadas de la planta madre, de su progenitora, y esta acción de separación hacia el exterior de la planta es lo que le dio el nombre de la raiz “lab”, como raíz de todo aquello que se separa al exterior del lado, en este caso de las ramas de las plantas en donde se cobijan las semillas. Ese era la realidad semántica de la semilla y por eso se le debió de dar ese nombre, “llavor”, y no por el hecho de que fuera sembrada en tierra labrada o trabajada.


Una última palabra relacionada con el hablar: quizás relacionado con el nombre celta “labar”, ’hablar’, “alabar”. Esta palabra a la que se cree latina pero tardia, proviene segun la Academia Española de latino “alapare”, con idéntico significado. Sin embargo, la traducción al catalán: “lloar”, se cree que proviene del latin “laudare”, con una transformación no muy edivdente de “laudare” a “lo(d)ar”. Si “au” casi siempre evoluciona a “o”, parece más extraño el enmudecimiento de la “d” intervocálica, y para acabar de confundir este vocablo, que creo debe ser uno solo, tenemos “elogiar” del latino “elogiare”. Me parece que las tres palabras derivan de una sola raíz “lab”, con un sentido de ’hablar’, pero quizás más exactamente ’desprender palabras’, ’verter palabras’, que es lo que se hace cuando se “alaba” o “elogia”. Precisamente la palabra que seria más conservadora del estadio primitivo fuera “alapare”, con el sentido de ’jactarse’, palabra que no aparece en un primer momento del latín, y que por lo tanto debió ser una incorporación tardia al mismo desde otra lengua. Este “lab” facilmente deriva a “lau”, tal y como encontramos en “laudare”, y “au” evoluciona a “o” que daria, finalmente, “elogiare”, con un prefijo “e-” y un sufijo “-gi”, que encontramos en otras palabras: lo-gia, sortile-gio, presti-gio, etc. Por lo tanto tenemos tres palabras, aparentemente diferentes, que representan tres estadios de la misma raíz, y que ha dado lugar a tres étimos no relacionados en los diccionarios, cuando los tres comparten un mismo significado, loar, alabar, elogiar, laudo, y una misma raíz, y que a veces nosotros traducimos una por otra como sinónimas.

 

En el léxico vasco también encontramos esta raíz y en palabras, algunas de ellas, con significado bastante diferente a los encontrados en las lenguas latinas, pero en otras con significados idénticos. Las diferencias son siempre en apariencia y solo en su aplicación práctica en diferentes cosas y sucesos. Algunas, como veremos, son palabras casi idénticasa las latinas sin que se conozca que hayan sido el fruto de un prestamo entre ellas, como ha sucedido con palabras incorporadas al vasco en tiempos ya históricos, y por tanto tratandose de palabras del léxico autóctona vasco.


Iniciaré la serie por las palabras que han quedado con la bilabial “b”: la primera es “laban” o “labain”, ya que ambas son las formas correctas de escribir y pronunciar este nombre. Su significado va desde el más físico ’resbaladizo’ hasta el más psicológico ’adulador’, pasando por ’escurridizo’ y ’goteante’. El hecho que un lugar tenga la capacidad de extraer algo de su lado, algo que esta adherido, se relaciona con la definición básica que aporto para “lab”, en el sentido de ’separación externa del lado’. El sentido figurado de “labain” como ’adulador’ supone una capacidad del adulador de sacar cosas positivas y adherirlas a la persona a la que van dirigidas, cosas que por otra parte no se pueden considerar própias sino enganchadas, adheridas. Quizás también este sea el sentido de las palabras latinas antes expuestas: loar, alabar, elogiar,...


Este significado de ’resbaladizo’ puede también asociarse a la palbra siguiente: “labana”, ’cuchillo, navaja’, y por otro lado ’resbaladizo’. Precisamente el cuchillo o navaja tiene este finalidad: ’cortar’ y ’separar’ partes del lado de una cosa que es cortada. Derivados de esta palabra “labana” hay muchos “labanbera”, ’plano inclinado’, pues hace referencia al lugar donde las cosas no pueden quedar bien asentadas al estar el suelo inclinado, y se presta a que las cosas se resbalen y deslicen. Precisamente la relación que esta palabra pueda tener con un verbo latino, “labi” ’caer’, ’desprenderse’, es, al menos, asombrosa.


Otra palabra que en apariencia no tiene nada que ver con la anterior, “labain”, es “labur”, traducido como ’corto’, ’breve’, ’poco’ ’pronto’,... De hecho la misma palabra “corto” ya nos relaciona ’la brevedad’ con el hecho de “cortar”. Es pues la brevedad un resultado de aquello que es cortado, que es separado, seguramente de form prematura. La raíz o sufijo “-ur” de “lab-ur”, puede estar relacionado con la palabra “ur”, ’corriente’, ’agua’. Seguramente se define “labur” como ’aquello que corre separado del lado del que procede’. Es una definición de la breve como algo que surge por una separación de su matriz, y que no tiene bastante entidad como para ser considerada por si mismo con algo completo.

 

Otro vocablo es “labe”, ’horno’, ya que este representa un agujero o sepración en las paredes en donde se aloja el horno, al lado de un edificio. Es, pues, una construcción añadida a las paredes del edificio, con un hueco donde se enciende el fuego y calienta las paredes, para poder, luego, cocer en este hueco los alimentos. Derivados de “labe” tenemos “labandera” o “andere”, ’señora’ del “labre”, ’horno’, o lo que podemos traducir simplemente por ’hornera’. También tenemos “labesoro”, ’suelo del horno’. El hecho que “labe” se relacione con un agujero o sepración en las paredes de un edificio, me hace pensar en su semejanza con la palabra “labera”, ’agujerito que se hace en la oreja de un animal’ y también ’bóveda’.


Dos palabras vascas más son: “laborri”, ’espanto, estupor’, que tienen su explicación y relación con “lab” en el hecho que el “temor” hace salir a la persona de su estado de ánimo normal, aplomado, seguro. También “labasi”, ’chaparrón’ que se refeire a la nube baja, llana, que se separa de la tierra ligeramente, pero que casi podriamos decir que esta pegada a la superficie de la tierra. El sufijo “-as” de “labasi” puede estar relacionado con lo ’exterior’, tal y como lo vemos en cosas externas como “hatz”, ’dedo’, o “haitz”, ’roca’.


Un segundo grupo de palabras vascas lo forman las que tienen la labial sorda “p”. Quizás la más sencilla, que también encontramos en el léxico castellano y catalán, en donde no tienen un origen conocido, sea la palabra “lapa”, con múltiples acepciones, como ’molusco’ que se pega a las rocas como la ostra, o la planta llamada “lampazo” o “bardana”, que se caracteriza por sus frutos que se pegan a la ropa, o el animal llamado por nosotros en castellano como “garrapata”, que su característica es el de cogerse fuertemente a la piel, principalmente de los animales. También significa ’sudor caprichosa’ o ’la capa que se hace sobre las aguas estancadas’. Todas estas cosas se adhieren externamente a otras. Muy similar a “lapa” existe “lapar”, que tanto puede significar ’garrapata’ como ’zarza’, con su capacidad reconocida de engancharse y agarrase con sus espinas a cualquier cosa. “Lapar” también significa la ’capa de nieve que escasamente cubre la tierra’.


Cuando la leche se corta y se hace grumosa, en vaso se le llama “lapasta” y “lapastu” al verbo ’cortarse la leche’, ya que estos grumos son partes que se separan del suero de la leche, y con los cuales se hace después el requesón y el queso. Otra palabra que habriamos de relaciona con la anterior “labana”, ’navaja’, (obsérvese la identidad de fonemas entre ambas palabras, pero dispuesta en viceversa “labana-navalla”) es la palabra “laputz”, ’desafilado’, con un sufijo “-utx” seguramente relacionado con el verbo “utzi”, ’abandonar, dejar’, que modifica la palabra que acompaña de forma negativa. Así, la raíz “lab”, en el sentido de cortar, separar, queda reducida a ’sin capacidad de corte’, ’desafilada’.


Con la anterior “laban” encontramos “laprastada”, ’resbalón’, con un cambio bastante habitual de la “b” a la “p”, y con el sufijo “astada”, que actua como adverbio de modo. Dentro de este concepto de ’separar una parte del contacto con su lugar de origen’, tenemos la palabra “lapur”, ’ladron’, ya que este tipo de personas son especialistas en separar o mejor, sustraer, de sus amos las cosas que le son propias. “Lapur” tiene dos acepciones que complementan el significado de ’ladrón’, el sentido de ’laminero’ y el de ’engañoso’, ya que en ambos casos la persona extrae de su lugar las cosas: el “lamin” por ser muy apetecible y tentador a su sustracción, y en el segundo porque el falsificar extrae la verdad de sus palabras, de la información que da al oyente.


Para acabar con este grupo, dos palabras con un significado totalmente físico: “lapiko”, ’olla’, y también ’hundimiento de la tierra en forma circular’, y “lapitz”, ’piedra de pìzarra’. En el primer caso, “lapiko” lo podemos relacionar con “labe”, ’horno’, por ser los dos huecos o separación de las paredes para poder cocer en él los alimentos. En la segunda palabra es bien evidente la forma de la pizarra, plana, y facilmente extraible en capas para poder ser utilizada en el cubrimiento de los techos, de los tejados. Es muy probable que “lapitz” provenga de “haitz”, ’piedra’, más la raíz “lab” (lap-haitz) y que daria lugar a nuestras palabras “lápiz” y “lapiaz”, aunque se las relacione con el latino “lapis”, ’piedra’. Este es un caso de identidad semàntica y fonética entre latín y vasco.


En un tercer y último grupo encontramos las palabras que, desde “lab” han evolucionado a “lau”. Este fenómeno también se ha dado, como hemos ya visto, en las palabras de origen latin, derivandose del verbo “labi”, ’desprenderse’, palabras como “allau”, en catalán ’alud’. Como primera palabra y más elemental de todas és el numeral “lau” o “laur”, ’cuatro’, que algunos autores han querido ver como la pronunciación a la “vasca” del nombre latino “planus”, con pérdidas de la “p-” inicial y la “-n-” intervocálica. Pieno que, aunque posible desde un punto de vista fonético, en el plano semántico cuesta mucho relacionar lo “plano” o “llano” con el número “cuatro”, ya que un llano no se puede definir unicamente por cuatro lados, aunque sea el cuadrado una de las figuras más usadas para la parcelación de la tierra. El significado, como en tantas otras palabras ya hemos visto, reside en la raíz “lab” con una definición del lado “cuarto” como aquel que se separa hacia el exterior, teniendo en cuenta que los otros tres lados estan pegados al suelo en forma de “U”, cerrando el cuarto lado la figura pero separandose del lado inferior. También el dedo cuatro es aquel que esta en el exterior cerrando la serie de dedos, si descontamos el pulgar o quinto dedo que por su movilidad se agrupa a parte. Derivados de “lau” son muchos como se puede suponer, por ejemplo, “lauzko”, ’arrastrar un carro con dos yuntas de bueyes, en total cuatro bueyes’.


Un segundo vocablo, segurament dentro de aquellas palabras definidas como idénticas con otras latinas, es el verbo “laudu”, ’elogio’, y “laudak”, ’alabanzas’, así como también “lausengu”, ’adulación, lisonja’, lo que nos remite a la significación que veiamos en esas palabras latinas, y especialmente en “laudare”, ’alabar’. También cabe la relación con otra palabra vasca, “laban”, ’adulador’, y por lo tanto muy relacionada semánticamente con todas ellas, latinas o vascas.


Igual que “laborri” encontramos “lauorri”, con el mismo significado: ’terror, terrible’. Otra palabra más es “lauso”, ’niebla, nube baja, vaho’ o, también, ’borredura de la sábana’. Este palabra tiene un sufijo “-s-” añadido a la raíz “lau” que podria darle un matíz de significación que pudiera significar algo así como ’lo salido, lo surgido’ más el significado de la raíz que acompaña, en este caso “lau”.

 

Otras palabras más son “laudiarri”, ’piedra riera’, y el verbo “lauskitu”, ’arrastrar, restregar, exprimir, donde el significado de “lab” se transfiere al material que al ’separase’ es arrastrado por la corriente del rio o de otra fuerza. Luego veremos como de “laur” hay toda una serie de palabras vascas que han formado la raíz “lor”, con un sentido de ’transporte’, ’arrastre’, etc.


Relacionando esta raiz “lau” con las piedras, como ya hemos viesto con “lapitz”, tenemos la palabra “lauza” que ha dado lugar a la palabra castellan “losa” y a la catalan “llosa” (lauza > losa). Es clara su relación con la piedra llana, aplanada, como la pizarra, el “lapitz” vasco, que dió como resultado en nuestros léxicos latinos la palabra “losa” utilizado para lapidar, empedrar y aplacar tejados y enlosados de los suelos y caminos.


 

3. Significados dados por los diccionarios y significaciones inferidas.-

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La semántica de las palabras es tan fundamental para entenderlas que, sin susignificado, una palabra no deja de ser un conjunto de sonidos extraños sin sentido. Normalmente la palabra siempre hace referencia a alguna cosa concreta, o a una acción concreta, que, para el que no conozca su significado, le da un referente, aunque no su significado más verdadero y básico, sino simplemente un referente concreto al que se puede aplicar esa palabra. Muchas veces el concepto que conlleva la palabra no va referido a la cosa en su esencia, sinó a una sola característica de esa cosa, que es la que le da nombre a la palabra.


Ademas el concepto que conlleva la palabra no es del todo evidente para todos los implicados en el acto comunicativo. Puedo decir “alto” a una cosa y no parecerle a la persona que me escucha que aquella cosa sea alta. Por eso el concepto, y, por lo tanto, la esencia de la palabra, se presta a confusiones y a traslaciones del significado a otros significados y a otras cosas próximas. En el caso de la raíz que nos ocupa, “lab”, como ya he repetido a lo largo del trabajo, se base muy fundamentalmente en sus dos subraices que la componen: “al”, ’lado externo’, i “ab”, ’separación externa’, tal y como se conserva en el prefijo “ab-”. Podemos, pues, unir ambos conceptos y simplificando un poco podemos decir que “lab” quiere decir ’la separación del lado externo’. Dejamos lo de externo, ya que casi siempre es tan evidente, y unicamente tendriamos como definición lo de ’separación del lado’, en una lectura inversa a la aparición de los sonidos.


En cada palabra que iré examinando se verá mejor la aplicación de este significado al caso concreto. También hemos de ver que las variantes fonéticas, que en principio no tienen una significación concreta o distintiva senánticamente hablando, si se lo dan luego los hablantes para poder disitinguir tantos casos de homonímia que se dan en la habla, y así poder llegar al deseo, por algunos autores expresado, de que cada cosa tenga su palabra. Evidentemente las palabras nombran cosas pero no unas cosas concretas, sino todas aquellas a las que se puede aplicar la definición que contienen. Así, cuando hay varias cosas muy diferentes, es normal encontrar diferenciaciones del tipo, “b” o “v”, “l” o “ll”, , etc., como en “baca” o “vaca” y “labor” o “llavor”.

 

De hecho los equivocos solo son relativos porque los casos de homonímia son muchos y hay que entender que aquella palabra toma un valor concreto según el contexto oral y las referéncias físicas que relatan los hablantes, y más concretamente, según el contexto psicológico de los conversantes en el que surgen estas palabras. De aquí que su valor facilmente se transfiera de lo físico a lo psicológico, ya que las palabras tienen su raíz más en lo psicológico, en lo conceptual y abastracto, que en lo puramente físico. Por ejemplo, la “a” se refiere basicamente a lo ’grande’, pero eso es un concepto aplicable, un concepto abstracto, no concreto ni físico y concretable segun las circunstancias, ya que donde uno puede ver ’grande’ otro verá ’pequeño’. Por eso el valor parte de los conceptos generales, abastractos y muy ampliamente aceptados por la mayoria de la gente: es algo que se hace evidente a casi todo el munod, ya que siempre puede haber excepciones.


La raíz “lab” la podemos referiri a características, y por otra parte, a acciones y cosas que comparten estas características: las principales caracerísticas són: salir del lugar donde esban, levantarse del lado, distanciarse del lugar donde estan unidas, enganchadas, resbalar del pendiente, cubrir pero sin tapar del todo, separarse de la tierra, extraer de la piedra, de la madera, arrastrar una materia, caer de un lugar o desprenderse, etc.

De las acciones principales podemos señalar: extraer, cortar, desprender, caer, patinar, resbalar, lavar, levantar, hablar con elevación de voz, elogiar, separar, superponer, colocar, etc.


Si vemos estas características y acciones como elementos de un proceso podemos decir que hay dos fases: una primera en cortar, incidir y una segunda en levantar y extraer. Si lo vemos en tres fases podemos establecer el proceso siguiente: sacar, arrastrar y colocar, también sacar par enganchar encima de otro, o adular, enganchar, tirar encima. Por lo tanto a veces podemos encontrar palabras que definen conceptos un tanto extraños, aparentemente, a los que venimos hasta ahora definiendo como son, en el vasco, corto, breve, cuatro, horno, y también en el castellano “eslabón” o en el catalan “lavor”. Los sinonimos de “laborar” como “trabajar”, de “alabar” como “hablar”, o toda la serie de verbos de transporte como: “arrastrar”, “cargar”, “conseguir”, etc., nos alejan un tanto de la definición inicial pero, como ya todos conocemos, hay las palabras primitivas y las derivadas, y semánticamente también podemos ver que algunas palabras no son más que conceptos derivados de un concepto inicial primitivo. Muchas de estas acciones dan significados más complejos, derivados de las acciones primarias que ya antes hemos descrito.

 

La presencia de ciertos morfemas sufijados, a veces apenas reconocibles por la única presencia de un fonema, puede dar sentidos derivados un tanto diferentes o, incluso, contrarios con los que suele tener la raíz “lab”. Como conceptos extraños tenemos los que hemos citado en el idioma vasco, “labur”, ’corto’, “labe”, ’horno’, o “lau”, ’cuatro’, en donde podemos observar la presencia de una “-ur” final” o la “-r” que “lau” suele llevar en sus derivados y que representa parte de su lexema. Estos morfemas nos hacen variar el concepto de la raíz “lab” añadiendo referncias a una posible raíz “ur”, ’corriente’.


También encontramos la evolución de la raíz “lab” a “lau” y finalmente “lo”, la cual, unida a raices del tipo “ur” o “er”, nos da raices del tipo “lor”, que en vasco significa ’arrastre’. Esta raíz derivada, “lo” o “lor”, nos da la clave para interpretar muchos topónimos de rios y barrancos como son “Llo-bregat”, “Llo-bregós”, “Bina-lopo”, “”Llobera”, etc., lo mismo que la palabra común catalana “llau”, (aun no evolucionada a “llo”), que tanto se refiere a los aludes como a los barrancos por donde se precipitan piedras y barro, principalmente en époco de lluvias,



 

 

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