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EL VALOR SEMÀNTICO DEL MORFEMA IBÉRICO "KI"

EL VALOR SEMÁNTICO DEL MORFEMA IBÉRICO “KI”

 

  1. Introducción
  2. Morfemas vascos
  3. Interpretaciones plausibles en las frases ibéricas

 

 

  1. Jesús Rodriguez Ramos ha hecho un estudio del valor semántico del morfema “ki”, entre otros morfemas ibéricos, en su trabajo “La problemática del sufijo “primario” o “temático” –k- en la lengua ibérica”, publicado en la revista Faventia de 27 de enero de 2005, y, también, en Internet.

No es solo el valor de “ki”, sino el de otros morfemas con “k”, como son “ka”, “ke” y derivados de estos como: “kite”, “kika”, etc. Después de una serie de consideraciones, el profesor Rodriguez Ramos opta por darles un valor de morfema de plural, que cree se confirma en bastantes casos.

En este trabajo, pequeño en extensión, pretendo indagar también en el valor de este morfema, pero comparándolo con la gran cantidad de morfemas vascos que, creo, contienen más o menos claramente el morfema “ki”, aunque mucho son únicamente parecidos, pero existentes aun en la lengua vasca. Con estos morfemas vascos actuales pretendo demostrar la unidad de la familia lingüística entre dos lenguas: el vasco actual, y el ibero, ya no vivo, sino existente únicamente en los textos.

El valor semántico de “ki” es, para mi, no otro que el de ser una marca del objeto directo o del sujeto pasivo, cuando estos están relacionados con un objeto indirecto. Pero esto se puede ver mejor en el segundo capítulo, donde analizaré la presencia y valores de este morfema en el vasco actual, y en el tercer capítulo donde podremos ver el encaje semántico de este morfema dentro de fragmentos de frase o frases enteras del ibero, en los que encontramos este morfema.

Desde aquí mi intención es la de aportar claridad al significado del idioma ibero, pero no la de querer corregir otras aportaciones que pueden ser, por supuesto, también válidas, con el sobreentendido de que la ciencia avanza gracias a los errores y a la corrección de los mismos, en un continuo poner en tela de juicio todo lo que se ha propuesto, y ver si, a la luz de nuevos datos y argumentos, se verifican las hipótesis.

Pido a los lectores que se vuelva a poner al vasco en su justo lugar, como una guía a tener en cuenta para la interpretación del ibero, una guía que se debe analizar con cuidado y reservas, conociendo y analizando con minuciosidad elementos complicados del vasco, como sus formas verbales, entrando en los intríngulis más rebuscados de la lengua vasca, a fin de encontrar las claves que nos puedan abrir la comprensión y la interpretación de los textos ibéricos.

 

  1. En este segundo capítulo tocaré la presencia del morfema “ki” o de aquellos otros muy parecidos a “ki”, dentro del actual idioma vasco, y lo haré en tres bloques: el primero el de los morfemas de los casos vascos que afectan a los nombres, por lo tanto, nominales, el segundo a los morfemas verbales que afectan especialmente a las modalidades conocidas como “nor-nori” y “nor-nori-nork”, en donde aparece la persona “nor-i”, ‘a quien’, y por último los morfemas conocidos como sufijos adverbiales, compuestos sobre nombres y adjetivos, ya sean “-gi” o “-ki”.

En el apartado de sufijos nominales analizaré tres casos y uno más como complementario de los otros, que son: el caso partitivo, acabado en “-ik”, como en “eskerr-ik”, ‘gracias’, el caso locativo, acabado en “-ko”, como en “Euskadi-ko”, ‘de Euskadi’, que tiene el sentido de ‘procedente de….’, o también ‘sacado o extraído de…’, siempre referido al lugar del cual se procede. Hay que ver en “-ko” la abreviación de un anterior y quizás no documentado “-iko”, que resultaría de la contracción de dos morfemas “-ik”, como hemos visto en el caso partitivo y “on”, morfema muy utilizado para denominar lugares. Por último tenemos el caso ablativo, con el morfema acabado en “-tik”, con una “-t-“ antepuesta que significa el punto de partida, y la traducimos como ‘desde’: “Bilbo-tik”, ‘desde bilbao’. Al igual que “-ko” no es idéntico a “-ki-“ pero muy próximo ya que cabe la posibilidad de que “-ik-“ i “-ki-“ no sean más que formas gemelas, con un significado en ambos casos como: ‘aquello que se extrae’. En “t-ik” parece que la extracción es hecha desde un punto que está marcado por la misma “t-“ anterior.

Pero lo que nos puede ayudar a entender mejor el valor del ibérico “-ki-“ es el morfema del caso dativo vasco: “-i”, que junto a “-ik-“ podía haber dado lugar a “-ik-i”, con el sentido conjunto del compuesto de los dos morfemas, que finalmente quedaría reducido a “-ki-“, sin descartar que también lo fuera “-ik-“, ‘extraido’, o más simple ‘de…’, del partitivo, y que junto al dativo daría un morfema que significaría: ‘aquello que se saca o extrae con la finalidad de….’. Esto además de modificar al objeto directo implicaría al objeto indirecto, a la tercera persona a la cual se dedica o se destina aquel objeto, al cual modifica como morfema. Seria, pues, un morfema construido sobre el objeto directo, el cual está en función de otro objeto, indirecto, para el cual se destina y se tiene como fin.

Si en los morfemas nominales de caso no queda muy clara la identificación con el morfema “-ki-“, si que en los morfemas verbales la identificación es del todo perfecta o casi. Los verbos vascos se conjugan en función de las personas que intervienen en la acción: los de formato “nor”, ‘que’, de los cuales el ver ‘ser’ es el principal, solo hace referencia a un sujeto pasivo, aquel que es, pero que no tiene una acción concreta.

Los de formato “nor-nork”, es decir, los ‘que-quien’, tienen un objeto directo, que el equivalente al sujeto pasivo, ya que recibe la acción, no la hace, y tiene también un sujeto agente o ergativo, con el sufijo “-k”, propio de la lengua vasca (aunque no en exclusiva), y que define a quien hace la acción.

Veamos, ahora, la introducción de la tercera persona, o persona para la cual se hace una acción, la finalidad de la misma. Se trata de la figura “nori”, ‘a o para quien’, con dos posibilidades: una añadida a “nor”: “nor-nori”, que lleva el lexema “-ki-“ i “-izki” cuando el objeto directo es plural, y donde no existe el sujeto agente, y la modalidad “nor-nori-nork”, cuando se añade “nori” al “nor-nork”. Aquí también el infijo es “-ki-“, ya que habitualmente va situado o pospuesto al pronombre en caso “nor”, i antes del caso “nori”, con alguna simplificación en el caso del singular, quedando en simple “-i-“, pero que recupera su forma original en el plural: “-z-ki-“.

Veamos casos concretos de la modalidad “nor-nori”: “na-go-ki-zu”, ‘te estoy’, de “n-“, ‘yo’, “-a-“, morfema de presente, “-go-“ lexema del verbo “egon”, ‘estar’, “-ki-“, morfema de objeto directo relacionado con el indirecto, a pesar que aquí no hay objeto directo, y “-zu”, ‘para ti’. De la modalidad “nor-nori-nork” tenemos: “da-kar-ki-zu-t”, ‘jo te lo llevo’, de “d-“, ‘ello’, ‘lo’, “-a-“, morfema de presente, “-kar-“ lexema del verbo “ekar”, ‘llevar’, “-ki-“, el mismo de antes, pero ahora con un objeto directo, “-zu-“ ‘para ti’, y “-t”, ‘yo’, en función de sujeto agente.

Podemos encontrar, también, “-izki” cuando el sujeto paciente o el objeto directo es plural: “da-to-zki-gu” (nor-nori), ‘nos vienen’, de “d-…-z-“, ‘ellos, los’, “-a-“ morfema de presente, “-to”, lexema del verbo “etor”, ‘venir’, “-ki-“ junto con “-zki” son los morfemas de sujeto pasivo o objeto directo, con indicación del objeto indirecto al que se destina el directo, y “-gu”, ‘para nosotros’.

Creo que es este el caso más claro de identidad entre el vasco y el ibero, y en donde queda definida la función de este morfema “-ki-“, acompañando a la persona “nor”, ‘que’, objeto directo y ‘quien’, sujeto paciente, ambos con indicación de la tercera persona, o indirecta, a la cual se destina o finaliza aquella cosa o persona.

Por último tenemos el sufijo “-ki” o “-gi” que forma multitud de adverbios que equivaldrían a nuestros adverbios acabados en “-mente”: “on-gi”, ‘buenamente’, “eder-ki”, ‘hermosamente’, etc. Este sentido adverbial resulta del significado que “-ki” da a la palabra que acompaña, como de finalidad, es decir: “ongi”, ‘para bien’, “ederki”, ‘para hermosura’. Por eso también vemos que este sufijo se añade a temas verbales, donde aun resulta más claro su significación de finalidad: “isur”, ‘fluir’, ‘manar’, “isur-ki”, ‘vertiente’, es decir, ‘para surgir’, ‘para fluir’. De “erosi”, ‘gastar’ es deriva “eros-ki”, que  quiere decir ‘compra’, pero más exactamente ‘cosa para gastar’, con lo que se define los objetos a la venta, como algo que la gente ‘gasta’ su dinero.

Creo que esta omnipresencia del sufijo “ki”, o similares, en el vasco nos permite concluir que era el mismo que encontramos en el ibérico “-ki-“, con este valor de ‘cosa para’, que define a la palabra que antepone, y a la cual dirige hacia una tercera persona o objeto final indirecto, que suele ir pospuesto, aunque puede estar elíptico o a una mayor distancia. Como veremos en el capitulo siguiente este significado cuadra con el sentido de la frase ibérica, además de estructurarla dentro del esquema “nor-nori-nork”, del idioma vasco.

 

  1. Las frases ibéricas, afortunadamente, hoy son muy abundantes. Es fácil   encontrar cientos de frases, más cortas o más largas, rotas o enteras. Para mi las más fáciles de interpretar son, además de las que solo son una palabra con algún morfema, las que tienen dos o tres palabras que trabajan en una sola frase, integradas, y con un significado muy concreto, ligado al contexto en que se encuentra la frase: estela, platos, plomos, etc.

Para pode demostrar que el morfema “-ki-“, presente actualmente en el vasco, también estaba presente en el ibero, creo que hace falta arriesgarse y ver como interpretamos, y ano solo una palabra, sino toda una frase, con su estructura gramatical, con sus morfemas que ligan unas palabras con otras dentro de la totalidad que es la frase.

Como se puede comprobar, hago valoraciones de otras muchas palabras y verbos del vasco, y algunas interpretaciones son originales mías, otras no, pero con el supuesto de ser, tan solo, una hipótesis que nos puede servir para interpretar el morfema “-ki-“, y darle un valor semántico concreto, ligado a las palabras que modifica y marca con su función específica.

De las varias frase en donde aparece el morfema “-ki-“, solo he escogido tres, de diferentes procedencias:

1ª. C10.1 de Santa Perpetua de La Mogoda: “stanese intanes ebanen : aurruninkika ortinseikika : sibantin”.

2ª. En realidad son dos de muy similares, del pueblo de Alloza (Teruel), E.4.e y E.4.2: “”kaikote kelsenkite” y “ebantin : kelsekite : iustir : bankite” y la

3ª.  F.13.4 de Castellón, junto con una de Lliria, también muy similar: “orkeiabar iekite” y “…abari eikite”.

 

La primera frase, la de Santa Perpetua, se inicia con “Stanes intanes” que podría ser un nombre propio, pero como no es necesario en este momento su interpretación, lo dejaré como simplemente un nombre, seguramente con función de sujeto, sea el tipo de nombre que sea (antropónimo, …). A continuación “ebanen” parece ser el verbo “eban”, ‘construir’, ‘levantar’, con el sufijo “-en” del tiempo pasado. Por lo tanto, seria el verbo ‘construir’ en pasado y sin más sufijo de persona, que podría pertenecer a la tercera persona, habitualmente sin marca: ‘construyó’, haciendo referencia a un sujeto que bien podía ser el nombre del comienzo de la frase. A continuación tenemos un nombre: “aurr-un-in” que he separado en un lexema o raiz: “aurr”, seguramente como el vasco “aurre”, ‘delante’ i también ‘niño’, “-un-“ , sufijo con valor, como ya hemos visto de: ‘quien tiene’ o ‘que tiene’, y por último el sufijo “-in” atribuido al morfema de femenino, poco abundante pero que encontramos también para ‘señor’ (“iun”) y para señora (iaun-in”). La lectura del conjunto de la palabra seria algo así como: ‘la que tiene niño’. Después de “aurrunin-“ vemos ya el sufijo en cuestión: “-ki-ka”, compuesto además de por “-ki-“ por “-ka”. En conjunto ambos sufijos podríamos interpretarlos como: ‘de… para’, que sumados a la palabra anterior a la cual modifica se entendería como: ‘de la madre (la que tiene niño) para…’, significado que define al objeto como aquel que tiene la madre para… La “-ka” final podría ser un morfema adverbial, parecido a “-ki-“, pero de modo y no de finalidad, tal y como aun hoy se conserva en el idioma vasco con sufijo en “-ka”. Normalmente lo podemos traducir como “por…” o “a…”, como un adverbio de modo. Finalmente la traducción de esta larga palabra seria algo así como: ‘a la manera materna para…’.

La siguiente palabra parece repetir este morfema “kika”, pero esta vez sobre un verbo, al menos así creo que podría ser “ortin”, el significado del cual podemos atribuirlo a “or-tin-sei”: “or”, ‘él’, “-tin-“, ‘era’, verbo ‘ser’ en pasado, y “se-i”, pronombre de segunda persona, ‘tu’, en dativo, “-i”, por lo tanto: ‘él o ello era para ti’. En conjunto toda la palabra frase podria entenderse como ‘a la manera, “-ka”, que él, “or-“, era, “-tin-“, para ti “sei-ki”’. La larga oración parece acabar en “sibantin”, donde muy probablemente vuelve a salir el verbo ‘ser’ en su tercera persona del pasado, “-tin”. Ya no me atrevo a proponer nada más ni ningún otro significado para “siban-“, pero tampoco es relevante para el significado de la primera parte de la oración, en donde se inscriben las dos palabras con el sufijo “-kika”.

 

Las segundas frases, las del pueblo de Alloza, parecen estar relacionadas con el pueblo de “Kelse”, o “Celse”, el actual “Gelsa” o “Celsa”, en la provincia de Zaragoza y a orillas del rio Ebro, no excesivamente lejos del pueblo de Alloza. “Kaiku” es, aun hoy, un recipiente de madera utilizado para el ordeño, y seria pues un nombre del léxico ibérico que ha perdurado en el tiempo. El sufijo que lleva, “-te”, como en tantas palabras podemos ver, muchos autores lo han atribuido a una marca de autoria. Para mi “-te” no es otra cosa que el verbo ‘ser’ en su lexema, en su expresión más radical. Tendría el significado de ‘ser’ o simplemente ‘es’. Por lo tanto “kaiko-te”, se entendería como: ‘el recipiente es’. La palabra que viene a continuación: “kelse-n-kite”, la podemos asociar con el nombre propio de ciudad Kelse, y en donde la pronunciación de “k” la habríamos de traducir fonéticamente como “ch”, y de aquí que haya quedado finalmente como “Gelsa”, o si la escribiéramos tal como sonaba: “Chelsa”.

El sufijo “-n-“ podría ser el genitivo “-en”, pero con un pérdida de la “-e-“ debido al choque con la vocal “-e” última de “Kels-e”. Como genitivo podemos entender la palabra como: ‘de Kelse’, en el sentido de propiedad, y no de origen. A continuación vemos “-ki-“ , que como ya hemos visto anteriormente tendría el valor finalístico: ‘de … para’. Por lo tanto podemos leerla como ‘de Kelse para…’, como una marca de la propiedad de este recipiente. Por último, unido a “-ki-“ tenemos “-te”, que también como hemos visto en la palabra anterior, “kaiko-te”, es el verbo ser, repetido nuevamente: ‘de Kelse es para…’. En conjunto toda esta pequeña frase vendría a decir algo así como: ‘el recipiente es de Kelse y para Kelse’. Es una lectura muy parecida a la siguiente: “ebantin Kelsekite iustir bankite”, que comparte la palabra “Kelse-ki-te”. Esta vez sin el sufijo de genitivo “-n-“. La primera palabra parece ser el verbo “eban”, con la modificación del verbo ser en tiempo pasado, “-tin”. Querría decir algo así como: ‘era de construir’, o ‘era construido’. La siguiente palabra, “Kelsekite”, significaría: ‘de Kelse para …es’, con un “iustir”, ‘los señores son’, a continuación que podría ser el objeto indirecto hacia el cual nos dirige “-kite”: ‘de Kelse para … los señores es’. Por último “ban-ki-te” vuelve a repetir el morfema compuesto de “-kite”, ‘de … para es’. “Ban-“ creo que significa algo así como:’parte’, ‘miembro’, ‘banda’, ‘uno’, ‘sector’, ‘partido’,… Con el sufijo entenderíamos algo así como: ‘de uno es para…’. El conjunto de la frase la podemos interpretar como: ‘fue construido de Kelse para los señores, de uno para es o fue’.

 

Ya para finalizar me centraré en las dos inscripciones de Castellón y Lliria, casi idénticas, aunque no del todo coincidentes. Parecen estar relacionadas con dos numerales, como son: “orkei”, ‘veinte’, y “abar’ ‘diez’, tal y como sostiene Eduardo Orduña, en su interpretación de los numerales ibéricos en base y comparación con los vascos. La frase, además de los dos numerales juntos, que podemos leer como ‘treinta’, lleva la palabra “ekite” en el primer caso, y “eikite” en el segundo. Al final de “abar”, hay una “-i” que me parece puede ser el sufijo del numeral, en el sentido de destinatario, ya sean ‘diez’ o ‘treinta’, por lo tanto: ‘para los…diez o treinta’. Lo más dudoso es la diferencia mínima entre las dos palabras que aparecen a continuación de los numerales, y en donde parece claro que se inserta el sufijo “-ki-te”. El valor de la primera, con “e-“ inicial, o el de la segunda:  “ei-“, que anteceden a “-kite” pueden obedecer a un pronombre de objeto directo, singular en “e” y plural en “ei”. Por lo tanto, hemos de entender el valor semántico de “ekite”, como ‘aquello que es para’ y en “eikite”, ‘aquellos que son para’, haciendo referencia a los numerales anteriores en dativo, ‘para los…’.

 

Para recapitular y resumir todo este trabajo creo que hay que tener en cuenta el paralelismo entre morfemas vascos actuales y sufijos o morfemas iberos, como el que en este caso se trata, “-ki-“. Este morfema “ki” parece relacionarse con un sufijo que afecta a los sujetos pacientes o a los objetos directos, que se encuentran en una relación con un objeto indirecto al cual van destinados, tal y como aun hoy se conserva de forma muy clara en el verbo vasco, en su forma o modalidad “nor-nori-nork”.

 

 

 

 

 

 

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