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Similitudes entre el vasco, el bereber y el ibero

 

Similitudes entre el vasco, el bereber y el ibero

 

 

  1. Introducción.-

 

Ya hace tiempo que se está intentando interpretar los escritos ibéricos con la ayuda, a veces reconocida y otras no, del idioma vasco. Todos los intentos han dado algún fruto, pero todos dejan un sinsabor de no haber conseguido dar con las claves de esta misteriosa lengua.

 

También yo, en repetidos intentos, he mirado de conseguir una brizna de claridad y de seguridad en la interpretación, ya no tan solo de las palabras en su sentido léxico, sino también en su morfología, en su gramática, en sus verbos, pronombres, etc., datos que son más importantes que la única interpretación semántica de cada palabra. Esto es lo que nos da las mejores claves para interpretar una lengua, además del estudio de su léxico, tema en que diversos autores han hecho muchas aportaciones.

 

Por otra parte creo que es muy necesario entender las lenguas vasca y bereber, como dos lenguas vivas, conocidas en su estado actual, y que han evolucionado desde un pasado desconocido, y que, por lo tanto, es necesario reconstruir su evolución hacia el protovasco y hacia el protobereber, en una época lejana de más de 2.000 años, época en que encontramos en auge la civilización y la lengua ibérica, plasmada esta última en sus numerosas inscripciones.

 

La lengua ibera, precisamente por su carácter de lengua muerta y de pocas, relativamente, muestras de sus escritos, debe ser cogida con mucho recelo, ya que ha estado muy interpretada pero con una total divergencia en cuanto al contenido de las interpretaciones. Pocos autores se han podido poner de acuerdo en la interpretación aunque sea de unas pocas palabras o de unos pocos morfemas.

 

Por mi parte veo una dificultad añadida: el hecho que hay dos fonemas que, en su lectura de las letras ibéricas, no son bien identificados. Son para mi dos fonemas muy importantes: el primero descrito en transcripción fonética como /tS/, y escrito en castellano como “ch”, y que en ibero normalmente se funde con los fonemas guturales de la serie silábica de la /k/, ya que el ibero ignora la diferencia entre guturales sordas y sonoras. Es una duda que tengo, pero que ya se confirma como segura, que la existencia de este fonema /tS/ es casi siempre traducido como si fuera /k/, y a veces, con menos probabilidad, como si fuera un sonido silbante /s/ o fricativo como “c” (cerilla, cazo, etc.). El sonido palatal de /tS/, tal como pasa hoy en muchas lenguas, no tiene un tratamiento diferenciado de otros fonemas, y así nos encontramos que la letra “c” puede adoptar tres tipos de fonema: /z/ de “cerilla”, /k/ de “casa” y /tS/ de “charco”, pero esta vez con una “h” añadida que nos indica su diferencia fonética.

 

El segundo fonema que no es claramente identificado en el ibero es la “ll”, con sonido palatal (llama, caballo), además de ser lateral como la /l/. Esta variante de la “l”, presente, según creo, en épocas muy antiguas, ha dado muchas variaciones fonéticas, como seguidamente veremos. De la “ll” surgen sonidos tan variados como /x/ (jota, gente), /j/ (apoyar, boya,…) o incluso /tS/ (chaflan, chato,..), que ya hemos visto al hablar del otro fonema /tS/. También podemos ver una evolución de la “l” hacia la “r” desde el vasco antiguo y el bereber antiguo a los idiomas actuales, cambio que probablemente ya se dio en tiempos lejanos.

 

Todos estos puntos y algunos otros son necesarios para reinterpretar textos ibéricos, a la luz de todo lo que se ha aportado sobre ellos hasta ahora por parte de otros autores, así como de la aportación, que, aunque pequeña, pretendo hacer con este trabajo, en el cual se tiene en cuenta una transcripción fonética diferente, y la ayuda de la lengua bebeber, que, a pesar de que no se hayan encontrado muchas similitudes con el vasco a nivel léxico, si las tiene, y muchas a nivel gramatical y morfológico, tal y como podemos ver a continuación.

 

 

2. El pronombre de tercera persona.-

 

El pronombre de tercera persona es importante para conjugar los verbos, como también en muchas lenguas, para formar el articulo (él, el, ella, la, ello, lo). En esta palabra tan importante para una lengua han jugado mucho los factores evolutivos del sonido /l/, que, como creo, forma la base de esta palabra, ya no solo en nuestra lengua castellana, o las lenguas de origen latino, sino también en otras como la vasca, el bereber o el ibero, según pienso demostrar.

 

Aunque ninguna de estas tres lenguas lo conserva hoy día con el fonema original, el étimo original antecedente a las formas actuales de 3ra persona, seria “al”, base y raíz de muchas palabras en diversos idiomas, desde el “al-ter”, ‘otro’ en latín, pasando por “al-de”, ‘al lado, a favor’ del vasco, a nuestras palabras “al-a”, “aj-eno”, “l-ado”, etc. Su valor semántico es, basado en sus dos fonemas constitutivos (/a/ y /l/), es el de ‘lado externo’, que se aplica a todo aquella persona o cosa, que se sitúa cerca de uno, a su lado. Por ello es aplicable al pronombre personal de tercera persona, y de aquí al articulo determinado, como ahora veremos para estos tres idiomas no indoeuropeos.

 

“Al” se descompone, como he citado arriba, en /a/, vocal que significa ‘exterior’, y /l/, ‘lado’, aunque también ‘cara, manera, faceta, forma,…’. En conjunto podemos definir a “al” como ‘el lado exterior’. Como he citado al principio, el fonema /l/ fácilmente deriva en otros sonidos parecidos, y finalmente nada parecidos a su origen /l/, debido principalmente a la palatización de la /l/ a “ll”. Pero en vasco y en bereber se dio, a la vez que la palatización, otro tipo de evolución hacia la /r/ no vibrante, que hizo derivar la palabra “al” hacia “ar”, escrito en vasco como “har”, demostrativo de lejanía, ‘aquel’, que por evolución y debilitamiento de la consonante final quedo en el artículo determinado actual “-a”, (“etxe-a”, ‘la casa’) con la pérdida de la “-r” final, como pasa también en el catalán actual “menja-(r)”, donde la “r” final no se pronuncia.

 

En bereber también se dio esta evolución más el ensordecimiento de la “-r” final, aunque su posición, a diferencia del vasco, es de anteposición, quedando el articulo bereber en “a-“, como en “a-meqqran”, ‘el grande’, aunque con un segundo morfema referido al género, que se añade cuando el género de la palabra es femenino: “t-“, que se pospone al morfema “a-“ del articulo básico (“t-a-meqqran-t”, ‘la grande’).

 

En ibero, que parece encontrarse en su evolución más cerca del idioma vasco que del bereber, la “-r” final de “-ar” se conserva, y como el vasco se coloca pospuesto al nombre: “selt-ar”, que habitualmente se viene traduciendo como ‘tumba’, ‘pira’, ‘sepultura’,… Por lo tanto, las tres lenguas llevan un mismo articulo determinado o pronombre de tercera persona, que proviniendo de un étimo común lejano, “al”, ha evolucionado hacia “a-“, “-a” y “-ar”.

 

 

3. El morfema pluralizador.-

 

Curiosamente uno de los plurales más utilizados en el vasco, ibero y bereber provienen de este determinativo singular “al”, en su variante palatizada “all”, una evolución que es antigua porque de ella han evolucionado gran cantidad de variedades fonéticas, y que han dado lugar a muchas malas interpretaciones y confusiones.

 

Una forma muy primitiva de formar el plural era, y es aun en lenguas menos evolucionadas, la repetición de la palabra. En el caso de “al” o “all” es muy probable que el primer plural de la tercera persona fuera simplemente esto: “al-al” o “all-all”, la simple repetición. Pero como intervino diferentes formas fonéticas de la /l/ seguramente dio lugar a “all-al” y después “ai-al”. Cuando la palatización de la /l/ entro en funcionamiento en el segundo término, se pudieron formas diferentes posibilidades como: “ai-aj”, “ai-aij”, o “ai-ij”, que finalmente dio lugar a los diversos plurales con que cuenta el vasco actual: primeramente la “-k” final, que no deja de ser una ensordización del sonido /x/, que al final de palabra se hace más seco y sordo, quedando casi como oclusivo, y escrito con “k”, en lugar de “j”.

 

En segundo lugar vemos como también se forma el pronombre personal de tercera persona plural, “hai-ek”, con sus diferentes morfemas de caso, o el artículo determinado plural: “-ak” y “-ek”, incluso la vocal “-e-”, enclítica como en “-e-t-”, o en el pronombre personal de segunda persona plural: “zu-e-k”. También se conserva la “-k”, sin más, como plural de nombre no determinados. Esta evolución tan diversa nos hace ver que el sonido palatal “ll” no es nada estable y evoluciona de forma diferenciada.

 

En el bereber parece haberse simplificado a solo “i-”, que, como es habitual en este idioma, siempre va antepuesto: “i-meqqran-en”, ’los grandes’, con un sufijo “-en” pospuesto de refuerzo de “i-”. Quizás anteriormente fuera “ai-”, pero, como simplificación y al ser un dato nuevo y diferenciado del singular “a-”, debió quedar la simple vocal “i-”, ’los, las’.

 

Esta diferencia simple también la comprobamos en el ibero: muchas palabras que parecen sustantivos acaban en “-ir”, como también lo hacen en “-ar”, lo que se acoplaría a la diferenciación que ejerce el idioma bereber: “a-” para el singular, y “i-” para el plural. El ibero, no obstante, si conserva el fonema final “-r”, de “-ar” y de “-ir”, aunque no sabemos si a nivel fonético esta diferencia se pronunciaba, o solo existía a nivel escrito.

Esto nos lleva a pensar que una evolución fonética de la /l/, en dos variantes al menos: “ll”, seguramente en el primer termino de “all-al”, y “r” en el segundo “al-ar”, nos llevo a una simplificación que anulaba las “a” de “aiar” para, finalmente, quedar en “-ir” del ibero, como observamos en la palabra “ilt-ir”, ’las ciudades’. Por otra parte creo que la “ll” palatal esta escrita en ibero como “lt”, tal como es el caso de la palabra anterior, ya que se dan muchos casos de topónimos con “ll” que en ibero son escrito como “lt” (Salduie, que escritos latinos hacia “Salluie”, o Iltirta, que se escribía y hoy pronuncia como Ilerda y Lleida).

 

En vasco, en el verbo “izan”, ’ser’, en la tercera persona, en el tiempo del presente, observamos que el singular acaba en “-a” (“d-a”, ’el es’), y que en el plural acaba en “-ira” (“d-ir-a”, ’ellos son’). Es otro momento en que aflora esta diferencia entre singular y plural.

 

Respecto al papel de la vocal “i” ya hice un pequeño trabajo donde explicaba la presencia del morfema “-i” en diversos idiomas para formar su plural, como el italiano, el aranés (dialecto occitano), el griego, o el gaélico escocés, y, de forma parcial, en algunos nombres vascos acabados en el sufijo “-di” o “-ti”, además del morfema verbal de complemento directo, que se sitúa infijo: “d-it-u”, ’el los tiene’ a diferencia de “d-u”, ’el lo tiene’, y también en el verbo “izan”, ’ser’: “d-iz-kiot”, ’yo se los he...’ a diferencia de “d-iot”, ’yo se lo he...’.

 

En resumen, vemos que “al” solo se transforma a “ar”, pero en el caso del plural “al-al”, por medio de la palatización de la /l/, se transforma en diversas formas: “ai”, “e”, “ai-ak”, “ai-ek”, “ek”, “ak”, “ir” o “i”.

 

 

 

4. Otros parecidos entre el vasco, el bereber y el ibero.-

 

 

 

Un caso inequívoco de parecido entre los tres idiomas, y en el cual hay una total unanimidad entre todos los autores que estudian comparativamente estos idiomas, es en el morfema “-en”, del caso genitivo en vasco. Así: “ama-r-en”, ’de la madre’ o “egun-en”, ’del dia’. Este genitivo tan claro y conocido del vasco, también se encuentra en el bereber, pero siguiendo su lógica de anteponer, tal como hacemos también nosotros con las preposiciones, pone el genitivo delante y separado de la palabra que acompaña: “tamazight n Tkanarient”, ’la lengua amazigh de Canarias’. También siguiendo su lógica, el bereber su muestra como un idioma más simple y analítico que el vasco. En ibero, a mitad camino de ambos, encontramos muchas palabras con la terminación “-en” o, a veces, simplemente “-n”. Son muy habituales las inscripciones en monedas con el nombre gentilicio en caso genitivo: de “Iltirta” tenemos “ilter-kes-k-en”, ’de los ilergetas’, o mejor, ’de los hombres de Iltirta’. La inscripción en un vaso de la leyenda “ninaren” la podemos traducir o interpretar como “nin-ar-en”, es decir, ’de-l niño’, ya que “nin”, “nene” o “niño”, que es una palabra sin origen conocida, seguramente ibera, y que la Real Academia de la Lengua Española cree de creación infantil. Personalmente me inclino por el origen ibero, que, actuando como substrato del mismo latín, ha sido heredada en nuestros idiomas latinos.

 

Otros de los morfemas que hay coincidencia, aunque el el ibero no lo he podido localizar, son los morfemas de pronombres personales de segunda persona del singular, que es “-k” para el género masculino, “du-k”, ’tu(hombre) lo tienes’, y “-n/m” para el género femenino, “du-n”, ’tu (mujer) lo tienes’. En el vasco son poquísimos los morfemas que hacen referencia al género, y más al genero de las personas, y estos son de los poquitos que hacen referencia al sexo. No es así en el bereber, pero estos morfemas si que son idénticamente coincidentes. Lo vemos en los pronombres personales de segunda persona del singular: “cem”, ’tu (mujer)’, y “cek”, ’tu (hombre)’, morfemas que aparecen cuando estos pronombres adoptan funciones de complemento directo: “da-m”, ’te (mujer)’ y “da-k”, ’te (hombre)’.

 

Otra diferencia está en el morfema de complemento indirecto o caso dativo, que en vasco es “-i”, al igual que la preposición “a” con sentido final del bereber. “Ama-r-i”, ’para la madre’ o “gu-r-i”, ’para nosotros’. Este morfema también aparece en las formas verbales “nor-i”, ’para quien’, como en:“d-i-o-t”, ’yo lo he... para él’. En el bereber aparece como si de una preposición se tratara, pero siempre con este sentido final, de acompañamiento a un complemento indirecto: “ucem-as-t i Numidia”, ’dadsela a Numidia”.

 

Otros de los morfemas coincidentes que se dan entre el vasco y el bereber, y como paso intermedio, muy posiblemente en el ibero, tenemos los demostrativos que provienen del pronombre personal “al”, evolucionado una vez evolucionando el fonema /l/ hacia /u/. Es el caso del demostrativo de proximidad vasco “hau”, ’este’, y de este “hau” a “on”, ’este, aquí’, y también encontramos este “o”, pronombre personal, en el morfema verbal de complemento indirecto de 3ra persona.. “Hon” actúa como pronombre demostrativo de cercanía. También en el bereber vemos la misma evolución desde “hau” hacia “w”, casi paralela al “o” vasco, formando el demostrativo de cercanía, pero con carácter exclusivo para el género masculino, y incluyendo los fonemas que antes hemos visto para el articulo determinado: “-a” y “-i”, dando como resultado: “w-a”, ’este’, y “w-i”, ’estos’.

 

Respecto al femenino bereber del demostrativo de proximidad, ’esta’, se forma con “t-”, morfema típico del femenino, más los morfemas normales del singular y del plural: “t-a”, ’esta’, y “t-i”, ’estas’. También en los pronombres personales de complemento directo surgen estos morfemas: “d-ai”, ’me’, “d-ac”, ’te (el)’, “d-am”, ’te (ella)’, “d-as”, ’le’, “d—aneg”, ’nos’, “d-awem”, ’os (vosostros)’, “d-acent”, ’os (vosostras)’, “d-asen”, ’les (ellos)’, y “d-asent”, ’les(ellas)’. Estos morfemas podrian estar presentes en el ibero, ya que muchas palabras se acompañan de estos morfemas, o al menos, supuestos morfemas iberos.

 

Respecto al símil con el vasco , vemos que esta lengua utiliza el fonema “t/d” como pronombre demostrativo, con función de complemento directo, y especialmente utilizado en la conjugación verbal: “d-u”, ’el lo tiene’. También en la conjugación copulativa “y”, utiliza este fonema “t” en la forma de “eta”, ’y’, que podria ser, además de demostrativo de proximidad, un pluralizador que vemos se utiliza en nombres de colectivos, con la terminación o sufijo “-eta” (“ur-eta”, ’avalancha de agua’. Esta conjunción copulativa, que algunos hacen derivan del latin “et”, creo que podria ser muy bien de origen preindoeuropeo, y que participa en los plurales, tanto latinos, “etcetera”, o vascos, “etxe-et-an”, ’en las casas’, e, incluso, en algun pluralizador celta: “breton-ed”, ’bretones’.

 

Por lo tanto, hay una diversidad de particulas y morfemas en diversas lenguas, incluida la bereber y muy posiblemente el ibero, que se basan en este fonema “t/d”, siempre con un valor parecido al de un demostrativo, un articulo (pensemos en el articulo inglés “the”, ’el, la, los, las’, un pluralizador o una conjunción.

 

Otro morfema en que se dan pequeñas, o no tan pequeñas, coincidencias es referente al caso ergativo vasco, acabado en “-k”, al igual que el plural, pero esta vez si proviniente del fonema /k/. Se trata del pronombre de primera persona singular del bereber, acabado en “-ek”, escrito normalmente con “c” (“-ec”). Hemos de ver que tanto los sujetos ergativos, es decir, el sujeto activo, hacedor, en contraposición al pasivo o el complemento directo que sufre la acción, como la primera persona son los actores de la acción, los sujetos, ya que la primera persona es la persona a partir de la cual se forman las oraciones, los discursos, las frases, en donde todos las otras personas son secundarias. Incluso los verbos latinos añaden a la primera persona este morfema, como podemos ver aun en nuestros verbos: “ten-go”, “ven-go”, etc. En el ibero algunos autores han reconocido en algunas silabas del tipo “k”, “ke” o “ki”, el morfema de primera persona, o el morfema de un sujeto ergativo.

 

Ya para acabar tenemos el morfema del pronombre personal, que en el bereber se inician casi todos con el morfema “n-” (“nec”, ’yo’, “inu”, ’mio’, “nnec” ’tuyo de hombre’, “nnem”, ’tuyo de mujer’, “nnes”, ’suyo’, “nneg”, ’nuestro’, “nwem”, vuestro de hombre’, “ncent”, ’vuestro de mujer’, “nsen”, ’suyo de ellos’ y “nsent”, ’suyo de ellas’, “netta”, ’él’, etc.). En el vasco es la primera persona la que recoge este fonema en la particula “ni”, ’yo’, quizás originariamente “ini”, y en otras personas no se encuentra ningún rastro de este morfema tan presente en la morfologia bereber. En ibero, como siempre, las dudas hacen que no podamos identificar estas estructuras con seguridad.

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